No les dimos alternativa. Como me lo habían vaticinado, los artistas y docentes responsables de "diseñar una cartelera" para el ISFA destruyeron la obra mural de una alumna, en la escuela donde se enseña a pintar murales y no a diseñar carteleras. Tal vez por eso tuvieron que destruirla.
O quizá porque hace cuatro años que conviven dos escuelas en un mismo edificio. Una que sería la "mitad trasera" de la histórica escuela de bellas artes "Manuel Belgrano" (o sea nosotros, los de educación media artística) y la otra la "mitad pensante" o creativa de el ex magisterio, o sea el "ISFA" (Instituto Superior de Formación Artística).
Primero la Ley Federal con su ley de educación superior y luego la Ley Nacional lograron destruir algo que se mantuvo unido durante décadas en La Belgrano, a base de respeto y camaradería por la obra del prójimo y la clara enseñanza que se les dejaba a los "mas chicos" de cuidar las obras de sus compañeros, "porque ellos serán del magisterio algún día".
Pero ya no somos una escuela, ahora somos dos, una que avasalla con su superior altanería y la otra condenada al ostracismo de toda educación pública en un mundo macrista.
Todo esto viene por la destrucción del mural que hizo una alumna del 5º año del 2011 como trabajo final de su asignatura de Arte Público (que yo dicto) y que la realizó en un muro que luego de haber terminado con la obra se le avisó que tenían "pensado" poner una cartelera para informar de las futuras actividades de extensión cultural del ISFA. Y que ese lugar era "estratégico" para informar al desbolado alumno del ISFA.
"El que avisa no traiciona" dice la popular frase, por eso no levanté el avispero; solo pretendí apelar al buen criterio de la docente a cargo de la cartelera y suponer que pensaría que ninguna cartelera vale el sacrificio de un alumno por dejar algo en su escuela natal.
Pero me equivoqué y no pensé en lo efímero del arte. M.C.