EL TEATRO DE OBJETOS:
Sus nuevas fronteras
El Teatro de Objetos goza de buena salud a pesar de sus problemas de definición. Nadie sabe exactamente a qué llamamos así y la falta de precisión le permite mantenerse vivo y alerta. En sus orígenes el nombre pretendía ser más general y abarcativo que el más tradicional de Teatro de Títeres o Marionetas. Muchos objetos no diseñados especialmente para la escena, podían obtener papeles protagónicos en las obras, a partir de esa denominación. Además, a la luz de las intensas reflexiones en torno al Objeto que preocuparon a las Artes Visuales del siglo pasado, este nombre nuevo le otorgaba al lenguaje de los títeres la posibilidad y el derecho de formar parte de las Vanguardias Históricas y sus innumerables correlatos. Así como el Teatro de Actores asentado en el texto dramático, no desaparecerá nunca pero necesita de la oxigenación periódica de la Imagen, la Performance, la Dramaturgia Posdramática y la Escena Multimedial, del mismo modo el Teatro de Títeres, necesita ser puesto en cuestión para poder sostener su vigencia y no aislarse.
En este tiempo que estamos viviendo las metáforas de lo humano están cambiando de forma. Al títere le espera seguramente sobrevivir por la mística que acompaña a lo artesanal, manual y de tradición popular pero el Teatro de Objetos se verá obligado a contener al objeto digital. Yo creo que hay “mucho objeto suelto” que necesita ser contenido, encontrar a su familia y ahí el Teatro de Objetos puede abrir sus brazos y contenerlos. También, y esto es lo más importante, procesarlos y convertirlos en útiles y bellos para la escena dramática. Una escena híbrida en la que convivan lo análógico con lo digital y la acción dramática con la instalación, sin denuncias de discriminación. La única y creativa manera que tenemos los artistas de reciclar lo que nos rodea.
Ana Alvarado