Entrada al QUAI BRANLY y MÁSCARA DE LA EXPOSICIÓN
Hace dos años se inauguraba en París el “MUSÉE QUAI DE BRANLY” obra de Jean Nouvel arquitecto poseedor de numerosos premios, entre ellos el Pritzker, concedido por una carrera innovadora y única.
En este edificio, el diseño innovador y moderno también es la premisa. Curiosamente un contenedor vanguardista está destinado a un contenido de artes y culturas ancestrales. El edificio está dedicado a contener las culturas de América, África, Asia y Oceanía, es decir, aquellas culturas no occidentales.
El espacio se ha organizado en una sucesión de plataformas abiertas y unidas por rampas. Cada una está dedicada a un continente o subcontinente. A todos esos lugares que los occidentales, en materia de arte, hemos tratado y mirado “desde arriba”. En este museo estas culturas han sido colocadas en el lugar que les corresponde.
Es el Branly, un museo dinámico, culturalmente hablando. Continuamente se imparten conferencias, cursos y diversas actividades siempre relacionadas, como es lógico, con las culturas que se encuentran en él. A una muy rica y extensa colección permanente, que en gran parte procedía del “Museo del Hombre”, se añaden las exposiciones temporales.
Nos vamos a detener en ésta que desde diciembre a febrero de 2010 podemos disfrutar, porque nos muestra las raíces del arte y la cultura de una cultura precolombina que se desarrolló en “Teotihuacan, Ciudad de Dioses”.
MÁSCARA CON TURQUESAS
Estructurada de manera muy pedagógica, como acostumbra el Branly, nos lleva en un recorrido que discurre por un camino que nos introduce en la Arquitectura y Urbanismo, la Artes, la vida cotidiana en esos palacios que su desarrollada arquitectura construyó, la esplendorosa artesanía y lo que podríamos decir que da el nombre a esta muestra: la Religiosidad con sus Dioses y Ritos, porque Teotihuacan, es el “Lugar de los Dioses” o “Lugar donde se hace Dioses”. Lugar anterior a la presencia europea en México y que sobrevivió a la Conquista, gracias a las crónicas, sobre todo a “La Leyenda de los Soles” , un documento escrito en lengua original que nos legó la historia de este lugar magnífico.
PLANO DE VISITA A LA EXPOSICIÓN
No voy a extenderme en esta entrada en la historia de esta ciudad. Sólo deciros que el museo parisino nos trae, o mejor sería decir nos traslada, a una de las ciudades precolombinas mejor conservadas y lo hace, mostrando su desarrollo floreciente entre 0-150 DC, hasta su caída en el siglo VI de nuestra era.
El peculiar urbanismo de La Ciudad de los Dioses estaba definido por un patrón de asentamiento en donde el eje principal es la calle de los Muertos, comunicado con el conjunto ritual de la Pirámide de la Luna (al norte) y La Ciudadela (al sur), espacio abierto identificado como el mercado de la ciudad.
Los constructores de la Ciudad de los Dioses tenían un alto nivel y se manifestó en las monumentales edificaciones y templos. Se conservan modelos de su actividad como proyectistas, arquitectos e ingenieros en las maquetas en las que se puede apreciar los las proporciones de los elementos de la arquitectura, como las escalinatas de acceso o las habitaciones de los dioses, es decir los templos.
MAQUETA
Estos edificios fueron ornamentados con magníficos relieves. Los frisos escultóricos estuvieron presentes en las diferentes etapas como nos lo muestra la magnífica figura de un jaguar que conserva su policromía y que nos recibe a la entrada de esta exposición.
FRISO DEL JAGUAR
Otra maravilla del arte de este pueblo fue sin duda la pintura mural. La cantidad de murales completos recuperados ha hecho creer a los arqueólogos que la ciudad debió de estar cubierta totalmente por estucos blancos y rojos. Maestros en la técnica, cuando los muros contaban con el fino acabado de estuco, los artistas bosquejaban diseños con navajas de obsidiana o con carboncillo aplicando colores o pigmentos de origen mineral. La fijación de los colores a los muros se lograba, al parecer, con componentes de origen natural.
FRESCOS
En la actualidad decenas de restauradores trabajan en la restitución de los colores y preservación de estas obras excepcionales.
La religiosidad con sus dioses y ritos que se veía representada en la Clase Religiosa, fue de gran importancia. En todas las estructuras construidas destacan espacios dedicados al culto.
PALACIO
El panteón de deidades es similar al observado en Mesoamérica y las deidades adoradas en Teotihuacan continuaron siendo veneradas durante siglos en diferentes regiones de México antiguo.
DIOS DEL FUEGO
Una de las figuras más enigmáticas encontradas en las excavaciones de Teotihuacan es la figura de un personaje de aspecto humano que luce dos máscaras, una con perforaciones circulares para los ojos y otra ovalada para la boca. Los estudiosos de la Ciudad de los Dioses creen que es una forma temprana y local del culto a Xipe-Tótec, una deidad que exigía el despellejamiento de la piel del cuerpo y del rostro para transformarla en vestimenta ritual de sacerdotes.
XIPE TOTEC
Gracias a las ornamentaciones de los palacios se ha podido reconocer la importancia de las celebraciones devotas en la Ciudad. Los sacerdotes, jerarcas y guerreros realizaban festejos con elegantes vestimentas y en algunos murales se les ubica danzando complejas coreografías. La música, lógicamente, tendría que acompañar la danza y de ahí la importancia de los instrumentos utilizados. Trompetas hechas con caracoles, instrumentos realizados en arcilla como silbatos y flautas o simplemente tubos.
INSTRUMENTOS DE MUSICA
Teotihuacan representa la fuerza y el poder de una gran ciudad-estado cuya influencia artística y cultural se difundió por el norte y por el sur llegó a las fronteras de Honduras y Guatemala. Era una urbe donde los cultos agrícolas, la vida y abundancia del campo se representaban constantemente. El fin del ciclo vital, es decir la muerte, apenas estaba representada. No obstante si han aparecido algunas imágenes que recrean la muerte, pero en número reducido. Esta es una ciudad de vida y la muerte está vinculada al ocaso.
REPRESENTACIÓN DE LA MUERTE
Una de las actividades de Teotihuacan fue la producción muy activa de cerámica. En los entierros y ofrendas encontrados en excavaciones en los palacios, las piezas de cerámica son las que permiten entender mejor la vida cotidiana, como los braseros destinados a calentar la comida. La cerámica servía para un uso cotidiano pero también estaba destinada a actividades rituales como los incensarios, destinados a producir el humo del que se nutrían los dioses.
La producción textil también estuvo muy presente como se refleja en los murales pero son testimonios que han quedado ahí en las pinturas, puesto que el clima donde se ubica Teotihuacan destruyó ropajes y adornos realizados con textiles y plumas.
No se puede, al hablar del arte de esta ciudad, dejar de mencionar las máscaras, tanto de cerámica como de piedra, puesto que son una de las características del Arte y Cultura de Teotihuacan.
Las de cerámica reproducían rostros humanos que probablemente representaban individuos o deidades. Eran rostros realistas y a la vez solemnes. Algunas de tamaño real.
Las de piedra tienen un acabado especial producido por el pulido que les daba un brillo espectacular. En general muestran una expresión entre seria e impávida.
MASCARA
El patrón era en general el mismo. Ahuecadas en el interior, con forma de triángulo invertido y base truncada. Dos oquedades ovaladas para los ojos y otra más para la boca. Nariz ancha y pómulos salientes. Labios gruesos y orejas perforadas para poder colgar pendientes.
En los ojos y boca se incrustaban elementos de concha, obsidiana y otros materiales. Esto indica que no se utilizaban para cubrir el rostro sino para uso mortuorio. Y de hecho se utilizaban en los bultos mortuorios para representar el rostro del muerto o como simple ofrenda.
En la cantidad enorme de máscaras fabricadas en la Ciudad de los Dioses en la edad de oro (350-550 DC) las piedras más habituales eran el basalto junto a las nefritas y dioritas. También se han encontrado talladas en rocas de atractivas vetas e incluso en mármol.
El fin de la Ciudad de los Dioses sigue siendo un misterio pero la realidad arqueológica muestra que hacia mitad del siglo sexto de nuestra era, toda el área metropolitana y los templos, fueron arrasados por un incendio. También numerosos elementos de arte fueron destruidos, como las imágenes de jerarcas y sacerdotes y sus esculturas mutiladas para terminar con la presencia de esa élite. Se construyeron muros frente a las escalinatas de las pirámides indicando el fin y cierre del culto y ceremonias a las deidades.
Posterior a esta violencia (sobre 550 DC) parte de la ciudad continuó ocupada aún durante un siglo hasta vaciarse totalmente y nuevos moradores, posiblemente llegados del noreste, se instalaron en ella.
Numerosas son las causas que se barajan como culpables del fin de la ciudad, como revueltas internas contra el poder, poca atención hacia el pueblo por parte de la jerarquía, excesivo crecimiento demográfico e incluso una posible invasión de pueblos vecinos. Posiblemente varias de ellas se pudieron combinar.
DEIDAD
La imagen y prestigio de Teotihuacan no terminó con su destrucción, ya que en siglos siguientes se le consideró como un lugar sagrado en el que ocurrieron acontecimientos de gran trascendencia como el nacimiento del Quinto Sol, mito mexica que explica los orígenes de la creación y los habitantes de México-Tenochtitlán evocaban a Teotihuacan como uno de sus ancestros y realizaron excavaciones en las ruinas de la ciudad para extraer objetos de valor que posteriormente depositaron como ofrenda en el Templo Mayor, la gran pirámide de la ciudad azteca. También los llamados Templos Rojos del recinto ceremonial de México-Tenochtitlán fueron contraídos y pintados siguiendo el estilo teotihuacano.
El Museo Quai Branly nos ha permitido con esta exposición disfrutar de una de las culturas más ricas y misteriosas de la América precolombina.
NOTA: Para mejor visualizar la fotografía “picar” con el ratón encima de las que interesen.
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Fuentes: Visita a la exposición del Museo Quai Branly.
Documentación editada por el Museo y adquirida en él.
Fotografía: tomada en el propio museo y de las publicaciones.