Los que amamos el arte tenemos que congratularnos de una unión que particularmente en los últimos tiempos, venimos observando. La de la obra de un artista plástico con la de un arquitecto.
Hoy vengo a hablaros de una de éstas que se ha hecho realidad en el Museo Iberê Camargo de Porto Alegre (Brasil). El gran arquitecto portugués Alvaro Siza ha realizado el proyecto que ya contiene la obra de uno de los más grandes artistas brasileños: Iberê Camargo.
Particularmente encuentro este “matrimonio” artístico muy interesante. Por un lado, la obra fuerte y potente del que fue una de las figuras del modernismo de Brasil y “envolviendo” su obra el bellísimo edificio de hormigón blanco que hace que me reafirme en la belleza de la sencillez. Hoy en día en que sobre todo en Arquitectura, parece que sin sensacionalismo o sin la construcción de un icono, no hay creatividad Siza sigue demostrando que es más que suficiente el “saber hacer” en una profesión para regalarnos un edificio bello, sencillo, contundente en una palabra: una obra “redonda”.
Evidentemente no puedo extenderme en la obra del arquitecto porque no soy experta en la materia. Me extenderé más en el contenido que en el continente. Pero aún no siendo experta, nada me va impedir dar mi opinión sobre este magnífico museo.
Comenzaré por el Contenido y su Autor.
Iberê Camargo (Brasil 1914-1994) fue una figura del modernismo brasileño. Curiosamente este pintor siguió una trayectoria diferente a la mayoría de los artistas. En sus comienzos y durante un largo periodo de su vida artística, su obra fue claramente expresionista y hacia los años ochenta su factura cambió. Comenzó a incluir elementos figurativos en ella, sobre todo figuras. Lo hizo de manera espontánea y lentamente.
Camargo permaneció hasta 1948 en Brasil. Se mudó de ciudad en varias ocasiones, desde pequeñas localidades del interior a Porto Alegre y a Río. Toda su obra desarrollada en esta época nos muestra paisajes y ríos y ausencia de personas, pero es una obra no realista y ya presenta rasgos expresionistas tanto en trazo como en color. Estuvo muy vinculado a la naturaleza pero su obra transmite una fuerte sensación de soledad, incluso cuando pintaba en centros urbanos como Porto Alegre y Río. “Paisaje” y “Soledad” ambas de 1941, son claro ejemplo de ese vínculo con la naturaleza y la soledad.
PAISAJES (1941)
En 1948 partió a Europa dónde permanecería más de dos años. Recorrió España, Portugal, Inglaterra y Holanda. Se estableció en París visitando el Louvre para copiar las obras de los grandes maestros y estudió grabado, pero fue en Roma dónde conoció a De Chirico que ejercería una gran influencia en él. Hacia el año 1950 regresaría a Brasil y comenzaría una época de pintura de naturaleza muerta, botellas y objetos que recuerdan la obra de Morandi que tuvo tanta relación con la “pintura metafísica” de De Chirico. Son obras de esa época. “Botellas” (1957) y “Objetos” (1958)
En la parte superior "OBJETOS" (1958) y en la inferior "VORTICES" (1973)
Son famosos en la obra de Camargo los “carreteles” que se repetirían constantemente en una excusa para experimentar con distintas soluciones formales y que fueron tomados de distintos elementos geométricos que nada tenían que ver con la realidad. Las formas de los “carreteles” se fueron disolviendo hasta convertirse en manchas. Fue una pintura más bien expresionista que se mantuvo durante toda la década de los sesenta. Algunas de esas obras fueron “Filas de carreteles” o “Estructuras” (1961).
CARRETELES
Sobre los setenta aparecen tímidamente rasgos de la pintura figurativa. Son formas indefinidas con el contorno muy marcado y que anuncian la vuelta lenta pero progresiva hacia lo figurativo, algo que se hizo presente a principios de los ochenta en telas de gran formato. De los setenta son obras como “Pájaro” (1971) o “Vórtice” (1973).
Ya hacia 1970 Camargo era un reconocido artista. Exponía en Europa, Estados Unidos y por supuesto en Brasil. Además acrecentó una gran fama como grabador, disciplina de la que fue profesor y por la que recibió numerosos premios.
En 1980 y después de un hecho trágico (mató a su agresor cuando fue atacado en la calle) regresó a Porto Alegre.
También es esta época, la de su “regreso” artístico a la figuración en forma de figura humana.
La variación en forma y color en su obra, da una nueva actualidad a sus cuadros. Camargo pasó de la modernidad a la posmodernidad.
A lo largo de toda su vida tuvo una gran influencia en el entorno cultural, tanto local, como de toda Iberoamérica. Su obra se expuso en todo el mundo, en exposiciones de prestigio como
ALVARO SIZA (Oporto 1933)
Arquitecto de fama mundial, fama que ha conseguido combinando una obra moderna con el esfuerzo de integración en el medio. Además de su intensa actividad profesional lleva otra, no menos intensa, teórica y crítica. Entre sus muchas obras están el pabellón portugués para
En sus manos el Pritzker de arquitectura en 1992, el Mies van der Rohe (1988) y el de
Su última obra, en 2008, la que aquí nos ocupa.
El edificio es una de esas construcciones que impone su presencia y que impresiona a primera vista.
Situado frente al río Guaíba, se alza como un monumento apoyado en un lugar excavado en la roca blanca de la montaña.
Resalta por haber utilizado hormigón en toda su construcción, sin señal alguna de ladrillo. De contornos redondeados semeja una gran escultura que da prioridad a las formas. El movimiento se forma gracias a grandes rampas en todos los pavimentos. El juego de formas geométricas se ha empleado tanto en las pasarelas del exterior como en los ventanales y las salas interiores.
Se ha dado gran importancia al cuidado del medio ambiente con la utilización del agua de lluvia en los servicios y una estación que trata los residuos sólidos y líquidos en el lugar. El agua tratada sirve para regar la zona verde.
Las más de 7000 obras de Camargo se distribuyen en nueve salas de exposiciones. El edificio está dotado también de un taller de grabado, auditorio y un estacionamiento subterráneo.
Los entendidos en la materia describen el edificio como una joya en arquitectura y en soluciones de ingeniería.
No es casual que un arquitecto tan respetuoso con el medio como Alvaro Siza, haya sido finalmente el que haya hecho posible este lugar para contener la obra de un artista que amó profundamente la naturaleza a la que se sintió unido toda su vida.
Creo que ha habido un buen equilibrio entre la obra de estos dos artistas. Un equilibrio y una calidad que sin duda ha beneficiado a todos los que amamos el arte.
En Porto Alegre encontramos Arte por partida doble o sería más exacto decir que dos exponentes del Arte se han dado felizmente la mano.
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Fuentes consultadas:
Archivo propio
Arte latino-americano del siglo XX (varios autores)
Arquitectura del siglo XX (Diferentes autores)
Fotografías: La propia red.