Los materiales empleados en el Renacimiento o en el Barroco no eran tratados como lo iban a ser en tiempos posteriores, por poner un ejemplo, por los impresionistas. Estos últimos, al sacar el arte del taller al campo y a la calle tuvieron un gran aliado en la manera del tratamiento del óleo. El material en un envase (tubo) les permitía algo hasta entonces impensable.
Salir a la luz, esa luz que fue el fundamento de todo el movimiento y los pintores vieron facilitado su trabajo por los el cambio en el tratamiento del material entre otras cosas. Evidentemente en tiempos del Renacimiento y del Barroco a nadie se le podía pasar por la imaginación tratar el material de una manera diferente a la totalmente artesanal y personal. Molienda de pigmentos, elaboración de barnices y lienzos, y un largo etc. en los que no me voy a extender. Con otras disciplinas sucedió exactamente igual. Por ejemplo la fotografía. Poco o nada queda de la Caja oscura de los principios de la fotografía y sin embargo nos parece que está aun ahí, a la vuelta de la esquina.
Lo que si se puede asegurar es que tanto el artista renacentista como el actual, el que utilizaba la caja negra o el que se vale de una cámara digital, tienen algo en común: la capacidad de CREAR, son personas creativas.
Recuerdo que en una ocasión, con motivo de una de mis exposiciones de fotografía, un amigo me decía que por mucho que avance la tecnología y el mundo de las cámaras fotográficas, hay que ser capaz de "saber ver". Sin eso, añadía, no se puede crear. Yo añadiría algo más respecto al arte fotográfico. Saber ver + captar el instante y dejarse sentir.
Esto último es imprescindible para ser creativo y creo que la fotógrafa que ha realizado la exposición que hoy he tenido el gusto de disfrutar goza de esa capacidad.
Cuando nos dejamos sentir “atrapamos” la esencia de lo más pequeño e insignificante y lo elevamos a otra categoría. Cuántas veces nos sorprendemos al observar que una fotografía, pintura u otra obra artística sencilla y simple nos emociona, nos mueve, o nos da placidez, en una palabra, no nos deja indiferentes.
La exposición de fotos de la que os hablo está “colgada” en la "Cafetería Caravanserai" de Donostia. Es un nombre bien evocador que creo que le va muy bien a este arte porque la fotografía evoca aventura, caminos y vida, y la palabra Caravanserai también lo hace (Caravasar= apeadero o etapas de caravanas).
Entre las fotos bien representativas de todo lo que os cuento, del mar, del aire, del sol y del color, una de ellas me parece perfecta. Un amarre (cuerda) que simplemente atraviesa de lado a lado el cuadro, algo que puede incitar a viajar, a pensar o simplemente te transmite una sensación de paz. Y que una creación sea capaz de eso ya es arte. Ni más ni menos. Saber utilizar la tecnología para crear sensaciones.
Os he descrito esta fotografía por aquello de: “como muestra un botón”. No os cuento más porque, aunque lamento que muchos de los que leen esto están a kilómetros de distancia, los otros, los cercanos a Donostia, estoy segura de que no podrán resistir la tentación de acercarse a la Plaza del Buen Pastor, al Caravanserai y delante de una humeante taza de café contemplarán y soñaran con el mar, con la luz y con la vida al contemplar las fotografías que nos ha dejado GOTZONE ELU.
Recuerdo que en una ocasión, con motivo de una de mis exposiciones de fotografía, un amigo me decía que por mucho que avance la tecnología y el mundo de las cámaras fotográficas, hay que ser capaz de "saber ver". Sin eso, añadía, no se puede crear. Yo añadiría algo más respecto al arte fotográfico. Saber ver + captar el instante y dejarse sentir.
Esto último es imprescindible para ser creativo y creo que la fotógrafa que ha realizado la exposición que hoy he tenido el gusto de disfrutar goza de esa capacidad.
Cuando nos dejamos sentir “atrapamos” la esencia de lo más pequeño e insignificante y lo elevamos a otra categoría. Cuántas veces nos sorprendemos al observar que una fotografía, pintura u otra obra artística sencilla y simple nos emociona, nos mueve, o nos da placidez, en una palabra, no nos deja indiferentes.
La exposición de fotos de la que os hablo está “colgada” en la "Cafetería Caravanserai" de Donostia. Es un nombre bien evocador que creo que le va muy bien a este arte porque la fotografía evoca aventura, caminos y vida, y la palabra Caravanserai también lo hace (Caravasar= apeadero o etapas de caravanas).
Entre las fotos bien representativas de todo lo que os cuento, del mar, del aire, del sol y del color, una de ellas me parece perfecta. Un amarre (cuerda) que simplemente atraviesa de lado a lado el cuadro, algo que puede incitar a viajar, a pensar o simplemente te transmite una sensación de paz. Y que una creación sea capaz de eso ya es arte. Ni más ni menos. Saber utilizar la tecnología para crear sensaciones.
Os he descrito esta fotografía por aquello de: “como muestra un botón”. No os cuento más porque, aunque lamento que muchos de los que leen esto están a kilómetros de distancia, los otros, los cercanos a Donostia, estoy segura de que no podrán resistir la tentación de acercarse a la Plaza del Buen Pastor, al Caravanserai y delante de una humeante taza de café contemplarán y soñaran con el mar, con la luz y con la vida al contemplar las fotografías que nos ha dejado GOTZONE ELU.