EL ALMA DE LAS PINTURAS

Hubo una época en que se puso de moda criticar el arte figurativo. Más aún a los pintores hiper-realistas o realistas. Cuántas veces hemos oído a más de un “moderno”, casi con desprecio, hablar de un cuadro tachándolo de “fotografía”.


Curiosamente muchos de esos “entendidos” en arte se rendían ante obras de pintores como Edward Hopper. Igual no sabían que este pintor que en sus principios fue un gran ilustrador, se confesaba pintor realista y además en más de una ocasión muy sutilmente, habló no muy favorablemente sobre el arte abstracto.


Pero no voy a entrar en la discusión de si el arte abstracto es mejor o peor que el figurativo o al revés, simplemente voy a hablar del “alma” de las obras de arte.


Fue precisamente a través de Hopper cuando descubrí qué era lo que despertaba en mí esos sentimientos al estar delante de una pintura. Sin duda era el “alma” de la obra.

Muchos artistas pueden dominar la técnica con maestría, sobre todo si han tenido un buen profesor, pero no todos tienen capacidad para poner “alma” a la obra. Y cuando esto no se consigue de poco sirve dominar la técnica.


Volviendo sobre el gran pintor americano, al que muchos artistas han querido imitar y muy pocos lo han conseguido, os diré que delante de uno de sus cuadros más famoso “El faro” , fue cuando sentí qué era un lienzo con “alma”.


EL FARO (E. Hooper)

Este cuadro que se encuentra en el MET de N.York , representa un faro en una colina con un fondo casi nítido, una luz fría que sin embargo consigue algo muy difícil. Esa frialdad transmite vida. Porque “el faro” es un cuadro vivo. Cuando me encontré delante de él solo pude pensar una cosa. Se “sentía” el viento. Y si alguien es capaz de transmitir eso con los pinceles no se puede dudar que estamos ante un gran artista.